crossover

On Migration, Grief and Uprooting

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por Camila Montero
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Quito, 2023. Analog picture. © Camila Montero.JPG
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El Pacífico ecuatoriano, 2022. Analog picture. © Camila Montero
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© Camila Montero
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Días de sol en Veneto, 2023. © Camila Montero
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“1537 veces te he pedido que nunca me dejes”

― Álvaro Bermeo

Junio de otra vida

En otra vida caminaba yo en esta playa. Caminaba durante uno de los atardeceres más lindos que mis ojos habían visto pero, lo que mi consciencia no anticipó en ese momento, es lo mucho que estaba pensando en todo menos en vivirlo. Si hubiese sabido que esa vida se terminaría poco tiempo después, probablemente hubiese saboreado profundamente cada segundo de esa vida. Pensarlo así, como lo que es, otra vida, hoy me aliena de mí misma.

Hay una distancia entre quien soy hoy y quien solía ser esa mujer que habitaba este cuerpo en esa vida, ¿qué parte de ella todavía reside en mí?

Ella sigue aquí.

La que se recuesta sobre el manso mar con las piernas en dirección mar adentro. Ella que insiste en querer mirar el atardecer mientras su cuerpo flota en el agua.

Está sola.
Las olas suaves acarician su espalda, sus piernas.

Llora,
ríe,
siente.

Siente y le entrega al mar todo lo que no pudo entregar a quien ella hubiese querido.
Vive ese momento mientras el sol se esconde y, en conexión con el mar, no quiere enfrentarse a la brisa fría, a existir fuera del agua cálida del mar en el ecuador.

Ella sigue aquí:

Ella,

la que no quiere existir sin el cobijo del Pacífico.

 

Sangrando al Sur

Tal vez es el chuchaqui,

o los pasillos,

pensar en la escuela quiteña.

En Caspicara.

ya es un año, pienso.

Si no es un año, ¿no duele?

Duele.

Y se siente.

La distancia. La ausencia.

Pero cuando se cumple cada año,

todo pesa más.

Caminaba a la orilla de aquel río del Norte,

buscando la entrada al mar.

disociando me vi junto a lo amado.

disociando me preguntaba

¿cómo he llegado hasta aquí?

la vida ha sido dura,

ha sido buena, pensaba.

sin embargo,

qué tan lejos está la otra vida.

¿fue un sueño o es este el sueño?

sosteniendo la mano amada

pensando en el Sur que amaba.

 

Los Andes

Ellos no entienden que,

así como el agua les corre

por las deltas de su cuerpo,

las montañas a mí me habitan

como grandes dragones respirando fuego.

 

Las montañas me habitan

que para asentar lo tumultuoso de la vida

necesito de lo suave del pajonal.

 

La niebla,

el olor de la tierra.

 

La piel y el páramo haciéndose uno.

 

Wien zweitausendneunzehn

Viena, o su recuerdo,

es áspero como la alfombra vieja de un hotel barato.

Esos hoteles impersonales que, al encontrarse en el lobby,

casi llegan a engañar a la conexión alma-cuerpo-cuerpo-vida,

pero al llegar a la habitación,

uno se siente tan vacío como derrotado.

El recuerdo de Viena es desalentador.

Es dulce, tal vez.

Pero de una dulzura que

puesta en contexto,

se disipa mientras la mirada,

puesta en el vacío,

se pierde en el horror del encontrarse solo.

Viena fueron los cuarenta kilos de peso.

El dolor asfixiante y húmedo del pecho

bajo la cama de un cuarto de hotel barato

donde las lágrimas de horror caían sobre la alfombra áspera con olor a nada.

Fue el desapego.

El rompimiento en partes que te hace desear la estocada final

porque la muerte a gotas es tortura.

Es la tortura del cuerpo.

El desgarro del alma.

Es la soledad en una cama junto a un cuerpo conocido.

El horror del abismo que se aproxima mientras uno se hace nada

entre las sábanas secas que caen de la cama

como agua fluyendo hacia el vacío

de esa alfombra áspera y gris

en una habitación de hotel en Arsenalstraße.

 

Broken vessels

Maybe what bleeds is not a broken vessel,

tears might have just become blood drops.

Maybe what bleeds is the heart as it misses,

as it longs.

Maybe what bleeds is not the body,

what is bleeding is the soul.

My soul bleeding the exile.

The exile that can't find quietude.

Blood that breaks the walls of the heart

that are not strong enough to contain the pain.

Life embraces me in its own inertia,

it takes me and pushes me

it doesn't allow me to look back.

Forcing me to hurry the pace

to take long strides while my eyes,

from time to time,

wish to look back to find shelter.

Home looks smaller and smaller,

my sight can hardly reach it.

I despair.

Nothing lies in front of me,

only a profound fog.

But the voice of life nudges me assuring

That there is life beyond.

I cannot see it.

“Trust me,” it repeats

While I walk with a bleeding heart.

Camila Montero(Quito, Ecuador, 1996) es graduada en Ciencias Políticas. Mujer migrante, es escritora, poeta e investigadora en la Universidad de Innsbruck, Austria, donde realiza una tesis doctoral sobre representación de género en partidos políticos. Su escritura, basada en su experiencia viva, explora temas como migración y desarraigo, amor y desamor, suicidio, el poder de la comunidad, y trauma y sanación.