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El coronavirus, las comunidades kichwa y el Estado ecuatoriano: reflexiones senti-pensadas de una mujer kichwa puruwa

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por Verónica Yuquilema Yupangui
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©Isabel Mendoza
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Soy migrante en Europa desde hace alrededor de cuatro años y desde hace más de uno vivo en Viena, Austria. Desde este tiempo/espacio sigo senti-pensando la propagación del coronavirus en tiempos del capitalismo neoliberal que azota durante siglos nuestra existencia como humanidad y naturaleza.

Con la noticia del primer caso confirmado de COVID-19 en Guayaquil, Ecuador, hoy epicentro de la pandemia, mi corazón empezó a acelerarse. El virus pasó a ser un asunto de vida o muerte, sobre todo sabiendo que tengo familia de alta vulnerabilidad en esa ciudad y en ciudades colindantes. Empecé a mantenerme alerta, a compartir información útil por las redes sociales, a informarme más sobre el virus, su comportamiento y los posibles caminos para enfrentarlo. En el trayecto comprendí la importancia de la socialización/democratización del conocimiento dejando de lado los tecnicismos excluyentes. Consciente de las desigualdades sociales, el “quédate en casa” me sonaba a una simple y vacía sugerencia; por eso, más allá de tomar el lugar de consejera situada en el Norte global, volví a aprender de la sabiduría del Sur. 

Dicen que los malos tiempos traen buenos vientos, y así fue. En medio de la cuarentena cómoda que me circundaba, mi familia pequeña y ampliada, la comunidad, volvieron a darnos cátedra de cómo vivir y resistir a este sistema capitalista neoliberal, colonial y heteropatriarcal de muerte. 

En una de las primeras conversaciones mantenidas con mi padre y mi madre acerca del coronavirus, me contaron que cuando eran pequeña/os llegó el burru uhu a sus comunidades – así nombraron a una enfermedad nueva que provocaba una tos incontenible, era tan fuerte que el sonido se asemejaba al rebuzno de un burro. “Cientos de familias perdieron a sus hija/os”, dijo mi madre. Y cuando les pregunté, “¿Qué fue lo que les salvó?” Contestaron: “Nuestra propia medicina”. “Mi papá nos alimentaba bien, tomábamos aguas medicinales y así logramos salvarnos”, agregó mi madre. El Estado, tanto como ahora, brilló por su ausencia.

Boaventura de Sousa Santos, sociólogo portugués, en su libro Un discurso sobre las ciencias nos habla de las limitaciones y el ego eurocéntrico de la ciencia moderna y el modo en que el colonialismo, el capitalismo y, por supuesto, el patriarcado han invisibilizado e invalidado las otras ciencias. Así mismo, nos habla de forma elocuente sobre la ciencia que proviene del  sentido común , aquella que está en el conocimiento popular y comunitario (Santos, 1995). El profesor Santos simplemente resume lo que nuestras abuelas y abuelos, padres y madres nos han enseñado de generación en generación: que nosotra/os también hacemos ciencia.

Tan pronto se supo del virus, las comunidades kichwa activaron su yachay (saber) medicinal y de minka1, primero para cuidar a sus comunera/os dentro y fuera de los espacios geográficos rurales y luego, para compartir esperanza a las y los ecuatorianos. Pues de sobra saben que para el Estado ella/os no son prioridad, ni antes ni ahora. Así, retumbó el sentido común sabio y milenario de los pueblos y nacionalidades de la medicina preventiva; dando una luz de esperanza en ese túnel oscuro y aparentemente sin salida que causaban las cadenas informativas del gobierno sobre el avance vertiginoso del virus.  

Comunidad en cuarentena” advertían unos letreros colocados en los ingresos a las comunidades2. Ferias comunitarias respetando las normas de bioseguridad y promoviendo el ranti ranti (intercambio) de alimentos. Elaboración de protocolos de cuidado colectivo dentro de las comunidades, con pertinencia social, cultural y epistémica del vivir comunitario. Programas y cuñas radiales en kichwa comunicaban a la/os suyos de la gravedad del virus y las medidas a tomar, usando un lenguaje adecuado y respetuoso con las particularidades culturales de cada pueblo. 

Desde el año 2008, la Constitución ecuatoriana reconoció la naturaleza plurinacional e intercultural del Estado. Si bien es cierto, la sola constitucionalización de estos principios no ha sido suficiente, esta crisis sanitaria podría haber sido el escenario ideal para llevarla a la práctica. Empero, el pensamiento eurocentrado volvió a pesar y en lugar de aprovechar el gran potencial que posee la medicina desarrollada por los pueblos y nacionales runakuna, el gobierno siguió tomando acciones de retaguardia totalmente desarraigado y descontextualizado. 

Por su lado, la ciencia preventiva runa3 sugería medidas que iban más allá de lavarse las manos y quedarse en sus casas. No le bastó sugerir la cuarentena porque saben que esta “es un privilegio de clase” y no sólo eso, sino también un privilegio de raza y de género. Eso es lo que nuestros cuerpos viven, aquí en Austria y allá en Ecuador.

Mientras el virus se propagaba, la sabiduría médica de las comunidades surgía de la mano de la Allpamama (madre tierra). En un video difundido por la estación de Radio Iluman4, Blanca Bonilla y Luz María Arias, de la comunidad de La Calera (ciudad de Cotacachi, sierra norte de Ecuador) nos enseñan en kichwa el uso de las plantas medicinales con propiedades antisépticas para combatir el coronavirus, y elocuentemente muestran el procedimiento para elaborar una mascarilla de tela 100% efectiva, usando como protector plantas machacadas como el eucalipto, la ruda y el marco. 

Estas y otras acciones mostraron tempranamente que las comunidades habían dado un paso hacia adelante, proponiendo que lo importante para enfrentar el virus es la prevención. Estas fueron acciones de vanguardia que derribaron los muros coloniales y capitalistas creados por la élite política y económica del país y, dieron una respuesta eficaz y oportuna frente a los desaciertos de las políticas gubernamentales. Gestando, al mismo tiempo, una batalla en contra del predominio de la biomedicina occidental y la mafia de la industria farmacéutica a nivel local y global. Apostando hacia una medicina intercultural, integral y holística que coloque la vida, y no el capital, en el centro de las prioridades. 

De este modo, las comunidades kichwa nos enseñaron que aquí o allá, la única forma de resistir y re-existir ante la indolencia de este sistema de muerte es volviendo a tejer el ser y hacer ayllu (comunidad), practicando la minka y el yachay, reavivando el sentido común de humanismo y reciprocidad, y volviendo a escuchar a nuestras abuelas y abuelos, padres y madres.

¡Que florezca el sentido común corazonador de la comunitariedad!

Notas al pie

1. Acciones y saberes colectivos que promueven el bienestar común comunitario.

2. Para conocer de la experiencia de una comunidad kichwa del norte del país, ver: https://www.planv.com.ec/historias/sociedad/enfrentar-la-pandemia-cotacachi-se-cercan-comunidades-y-se-crea-gel-antiseptico

3. Considero que los término “indio” e “indígena” son categorías coloniales, y, en ese sentido,  aportando a la creación de pensamientos y reflexiones que mucha/os compañeras y compañeros vienen haciendo, reivindico  el término “kichwa runa” como categoría epistémica, política, identitaria y denominativa para referir de forma genérica a las comunidades, pueblos y nacionalidades existentes en Ecuador.

4.Una radio comunitaria localizada en el cantón Otavalo, provincia de Imbabura. Video disponible en: https://www.facebook.com/ilumanfm/videos/1257643027905631/

Bibliografía 

Santos, Boaventura de Sousa. 1995. Um discurso sobre as ciências. Santo de Sousa, Boaventura. Porto: Ediçoes Afrontamento. 

Verónica Yuquilema Yupanguide origen kichwa puruwa, es abogada y doctoranda del Programa de Pós-Colonialismos y Ciudadanía Global del Centro de Estudios Sociales y la Universidad de Coimbra en Portugal.